El ocaso del agrimensor

«Fui un nuevo dios sin turba que lo adorara»
Coinciden los testigos presenciales al afirmar que ésas fueron las últimas palabras de K.
Arrogantes y, por descontado, con el adecuado tono de patetismo de alguien que cumplió una centuria a la espera de franquear las puertas del castillo.


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