En las universidades está el principal público

En historia de la arquitectura se estudia y se lee. Sin embargo, siempre siento una especie de nostalgia en esa lectura. No sé si es nostalgia pero se siente que algo falta. Leo sobre la arquitectura en Estados Unidos, en Europa, sobre tal o cual arquitecto, sobre una obra destacada, etcétera. La mayoría de las veces leo sobre cosas que no conozco de primera mano. Obras que nunca visité, teorías y textos de arquitectos que nunca leí, muestras y exposiciones a las que nunca fui. Se lee lo que otro estudió o conoce sobre un tema. Tal vez ese otro tampoco haya tenido experiencias de primera mano. Cuando leemos historias de tipo universal u occidental de la arquitectura es más que entendible. Siempre son autores de peso los que encaran esa tarea y tienen cierto respaldo. Muchas cosas las conocerán de primera mano y otras por otros estudiosos o tendrán consultores que les completen los baches y les saquen las dudas. Entonces, leemos interpretaciones, lecturas, críticas sobre tal o cual arquitecto, sobre su obra, sus textos teóricos, sus ideas y sus obras de arquitectura. Un historiador de la arquitectura tendría que hacer la experiencia de investigar de primera mano un arquitecto, un conjunto de obras, una obra singular. Esto quiere decir, buscar planos originales, fotografías, documentación, para escribir un texto en el que expone ante la sociedad la relevancia histórica de ese trabajo, tanto para la arquitectura como para la cultura. De eso se trata. Yo mismo lo he hecho, y me quedé exhausto. Fue muy difícil. Pero pude hacer una tesis doctoral con eso. Una tesis que espera su evaluación. El resto del trabajo es leer a otros historiadores que tratan de explicar las ideas de un arquitecto, las características de la arquitectura de una época, las problemáticas sociales y arquitectónicas, las cualidades y atributos de una obra de arquitectura. Esto lo hacen con palabras y con imágenes, y con planos, claro. Esta documentación viene adjunta en los libros o es necesario buscarla en internet. Del trabajo con estos materiales uno puede también hacerse sus propias ideas. Lanzar interpretaciones, valoración, atributos positivos de una obra, relaciones entre una obra y la sociedad que la construyó. Es un desplazamiento que hay que hacer a riesgo de no pisar sobre terreno firme. Es un trabajo de leer atributos arquitectónicos, ideas sobre la arquitectura, mirar imágenes y planos, fotos de ciudades, dibujos. Todas reproducciones del objeto arquitectónico. Claro que todo el conocimiento histórico y teórico sobre la cultura enriquecerá la posibilidad de relacionar las virtudes arquitectónicas con otros temas culturales o artísticos. Atrás de todo ese material la historia en realidad fue la historia de una vida, de miles de disputas, de complicaciones para llevar una obra adelante, de ideas, de acontecimientos históricos de todo tipo. Leemos y hablamos sobre lo que otras personas hicieron, sobre los logros intelectuales y artísticos de toda una vida, sin ni siquiera intuir quiénes fueron esas personas, sobre la actividad cultural de una sociedad. ¿Y para quién hablamos? En primer lugar lo hacemos porque nos gusta, nos anima el conocimiento y el placer de ver y experimentar la buena arquitectura. En las universidades está el principal público, en las materias de historia, ese es nuestro público cautivo.


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