4 preguntas fundamentales a hacerle a la Biblia

Cuando se trata de estudiar y aplicar la Biblia, es esencial hacer buenas preguntas. En un sentido muy real, la calidad de las preguntas que formulamos determina lo que sacamos del texto y nuestra capacidad para aplicarlo a nuestra vida. Pero debemos asegurarnos de que hacemos las preguntas adecuadas.

¿Qué tipo de preguntas pretende responder la Biblia? La Biblia es, ante todo, una historia en la que Dios muestra su gloria a través de la creación y la redención de la humanidad. Tiene sentido, pues, que la Biblia esté concebida para responder a preguntas relacionadas con este tema central.

Jesús confirma este doble enfoque sobre Dios y la humanidad. Cuando le preguntan cuál es el mandamiento más importante, responde: "Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente" (Mt. 22:37). Pero Jesús no ha terminado. Continúa: "Y la segunda es semejante: Amarás a tu prójimo como a ti mismo" (Mt. 22:39). Ama a Dios. Amar a los demás. Este es el corazón de lo que Dios quiere de su pueblo.

El reto, pues, consiste en formular preguntas que nos ayuden a ver estas realidades cuando leemos la Biblia.

1. ¿Qué aprendemos de Dios?

Las Escrituras revelan quién es Dios al menos de tres maneras diferentes.

En primer lugar, nos muestra el carácter de Dios, o sus atributos. A veces la Biblia los enuncia directamente. En Apocalipsis 4:8 por ejemplo, vemos que los cuatro seres vivientes que rodean el trono de Dios gritan sin cesar,

"Santo, santo, santo, es el Señor Dios Todopoderoso, ¡que era y es y ha de venir!"

Se necesita poco esfuerzo para ver en este pasaje que Dios es santo, todopoderoso y eterno.

En segundo lugar, la Escritura revela quién es Dios mostrándonos su conducta. En otras palabras, vemos a Dios haciendo cosas en un pasaje que nos muestran quién es.

El Salmo 23 es un ejemplo excelente:

El Señor es mi pastor, nada me falta; en verdes pastos me hace descansar. Junto a tranquilas aguas me conduce; me infunde nuevas fuerzas. Me guía por sendas de justicia haciendo honor a su nombre. Aun si voy por valles tenebrosos, no temeré ningún mal porque tú estás a mi lado; tu vara y tu bastón me reconfortan. Dispones ante mí un banqueteen presencia de mis enemigos. Has ungido con aceite mi cabeza; has llenado mi copa a rebosar. Seguro estoy de que la bondad y el amor me seguirán todos los días de mi vida; y en la casa del Señor habitaré para siempre.

Fíjate en todas las cosas diferentes que Dios hace por su pueblo: guía, restaura, consuela, prepara, unge. Prestar atención a lo que Dios hace en un pasaje nos ayuda a crecer en nuestra comprensión de Dios.

En tercer lugar, la Biblia revela quién es Dios mostrándonos sus preocupaciones.

En Éxodo 22:21-22, Dios ordena a su pueblo: "No agraviaréis al forastero ni lo oprimiréis, pues forasteros fuisteis en la tierra de Egipto. No maltratarás a ninguna viuda ni a ningún huérfano".

Dios deja claro que valora y protege a los marginados, y espera que su pueblo haga lo mismo. Porque Dios los valora como portadores de su imagen, el pueblo de Dios debe tratarlos con dignidad y respeto.

Carácter, conducta y preocupaciones. Son tres ángulos distintos que nos ayudan a ver lo que un pasaje nos dice sobre Dios.

Distinguir si algo muestra el carácter de Dios, su conducta o sus preocupaciones no es lo importante; reconocer lo que el texto nos enseña sobre Dios es lo que importa.

Cuando nos preguntamos qué aprendemos sobre Dios, debemos asegurarnos de prestar atención a las tres personas de la Trinidad.

En 2 Corintios 13:14, Pablo escribe: "La gracia del Señor Jesucristo y el amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sean con todos vosotros."

Aquí vemos algo verdadero sobre cada persona de la Trinidad. Dios Padre nos muestra amor, el Señor Jesucristo nos muestra gracia, y experimentamos la comunión con el Espíritu Santo.

Empezar por lo que un pasaje nos enseña sobre Dios nos recuerda que, ante todo, la Biblia trata de Él, no de nosotros. Una vez establecida esta premisa, estamos preparados para formular nuestra segunda pregunta fundamental.

2. ¿Qué aprendemos de las personas?

Como cúspide de la creación de Dios, los seres humanos están en el centro de los propósitos de Dios para la creación. Nos hizo a su imagen para reflejar su belleza y gobernar la creación bajo su amorosa autoridad (Gn. 1:26-31). Pero Adán y Eva se rebelaron contra Dios y, como descendientes suyos, todos y cada uno de nosotros entramos en el mundo como pecadores (Génesis 3; Rom. 5:12-21). Los que se han apartado de su pecado y han confiado en Jesucristo han recibido vida espiritual y el Espíritu Santo, pero aún deben luchar contra el pecado (Rom. 8:12-13; 2 Cor. 5:17).

Cuando se trata de aprender lo que un pasaje nos enseña sobre las personas, podemos abordarlo desde tres ángulos diferentes.

El primer ángulo consiste en buscar en el texto aspectos de lo que significa ser creado a imagen de Dios. ¿Qué anhelos o deseos revela el pasaje que sean expresiones de haber sido creados a imagen de Dios?

Por ejemplo, Ana, la esposa estéril de Elcana, ora:

«Señor de los Ejércitos, si te dignas mirar la desdicha de esta sierva tuya, y si en vez de olvidarme te acuerdas de mí y me concedes un hijo varón, yo te lo entregaré para toda su vida y nunca se le cortará el cabello». (1 Sam. 1:11)

Dios nos creó como seres humanos para ser fecundos, multiplicarnos y llenar la tierra (Gn. 1:28), por lo que el deseo de Ana de tener un hijo es natural y comprensible.

Por supuesto, el pecado distorsiona regularmente los deseos que Dios nos ha dado y los retuerce en direcciones y expresiones dañinas.

Así que el segundo ángulo para descubrir lo que un pasaje revela sobre la humanidad es buscar la(s) condición(es) caída(s) que expone.

Por ahora, podemos simplemente describir la condición caída como las creencias, actitudes, sentimientos, acciones o tendencias pecaminosas mencionadas o implícitas en el texto.

En algunos pasajes la condición caída es imposible de pasar por alto. Tomemos, por ejemplo, Proverbios 6:16-19:

Hay seis cosas que el Señor aborrece y siete que le son detestables: los ojos que se enaltecen, la lengua que miente, las manos que derraman sangre inocente, el corazón que trama planes perversos, los pies que corren a hacer lo malo, el testigo falso que propaga mentiras y el que siembra discordia entre hermanos.

En otros textos, puede que haya que leer entre líneas para ver la condición caída. Después de cientos de años de ser dirigidos por jueces, Israel pidió al profeta Samuel que les nombrara un rey (1 Sam. 8:1-9). A pesar de la advertencia del Señor sobre lo que haría un rey (1 Sam. 8:10-18), el pueblo insistió, diciendo: "¡No! Pero habrá un rey sobre nosotros, para que también seamos como todas las naciones, y que nuestro rey nos juzgue y salga delante de nosotros y pelee nuestras batallas" (1 Sam. 8:19-20). El problema es que Dios nunca pretendió que su pueblo fuera "como todas las naciones"; llamó a su pueblo a ser "un reino de sacerdotes y una nación santa" (Ex. 19:6). Por lo tanto, la condición caída aquí es rechazar nuestra identidad como pueblo de Dios, apartado para sus propósitos especiales en este mundo.

El tercer ángulo para llegar a lo que un pasaje revela sobre las personas es buscar cómo deberían ser nuestras vidas como personas redimidas.

En Hechos 2:42-47, Lucas describe cómo vivían los primeros creyentes su fe en Jesús:

Se mantenían firmes en la enseñanza de los apóstoles, en la comunión, en el partimiento del pan y en la oración. Todos estaban asombrados por los muchos prodigios y señales que realizaban los apóstoles. Todos los creyentes estaban juntos y tenían todo en común: vendían sus propiedades y posesiones, y compartían sus bienes entre sí según la necesidad de cada uno. No dejaban de reunirse unánimes en el Templo ni un solo día. De casa en casa partían el pan y compartían la comida con alegría y generosidad, alabando a Dios y disfrutando de la estimación general del pueblo. Y cada día el Señor añadía al grupo los que iban siendo salvos.

Esta instantánea nos ayuda a ver cómo el Evangelio transforma a las personas para que vivan como individuos redimidos, así como una comunidad redimida.

Creados, caídos y redimidos. Cada una de ellas arroja luz sobre lo que la Biblia nos enseña acerca de la humanidad. Ahora estamos preparados para plantear nuestra tercera pregunta fundamental.

3. ¿Qué aprendemos acerca de relacionarnos con Dios?

Amar a Dios con todo nuestro ser se expresa de diversas maneras. Por eso, cuando leemos la Biblia, queremos prestar atención a cómo debemos relacionarnos con Dios. Un buen punto de partida es considerar tres formas comunes en las que debemos responder a quién es Dios y quiénes somos nosotros.

La primera es considerar por qué debemos alabar a Dios. Tomemos, por ejemplo, 1 Pedro 1:3–5, donde el apóstol escribe:

Pedro enumera rápidamente una serie de cosas acerca de lo que Dios ha hecho por nosotros en Cristo y los beneficios que recibimos de ello: nacemos de nuevo; tenemos una esperanza viva; tenemos una herencia; estamos protegidos por el poder de Dios. Todas estas son razones para elogiarlo.

En segundo lugar, también debemos preguntarnos de qué pecado debemos confesar y arrepentirnos. Confesión significa estar de acuerdo con Dios sobre nuestro pecado y reconocerlo. El arrepentimiento es alejarnos de nuestro pecado y tomar medidas tangibles para buscar cambios en nuestras vidas. La confesión y el arrepentimiento no nos ganan el favor ante Dios. En base a lo que Jesús ha hecho, ya hemos sido declarados inocentes ante Dios. Pero el pecado rompe nuestra comunión con Dios, provocando lo que podríamos llamar “distancia relacional”.La confesión y el arrepentimiento son, juntos, la forma en que restauramos nuestra comunión con Dios.

Como ya hemos identificado la condición caída de un pasaje (ver arriba), debemos confesar las formas específicas en que se manifiesta en nuestra propia vida. Entonces, volviendo a Proverbios 6:16–19, queremos reconocer y luego confesar casos específicos de ojos altivos, lengua mentirosa y otros pecados que el Espíritu Santo nos recuerda.

Finalmente, debemos preguntarnos qué promesas del evangelio debemos creer.

Aquí hay un buen ejemplo de Efesios 4:22-24, donde Pablo ordena a los creyentes a despojarse del viejo hombre, que pertenece a la antigua manera de vivir y que está corrompido por los deseos engañosos, y a renovarse en el espíritu de la mente, y a vestirse del nuevo hombre, creado a semejanza de Dios en verdadera justicia y santidad.

El evangelio aborda los “deseos engañosos” contra los que todavía debemos luchar como cristianos, renovando nuestras mentes para pensar de una manera que honre a Cristo.

A través del evangelio, Dios ha comenzado a transformarnos a “la semejanza de Dios” para que ya no seamos esclavos de los deseos engañosos que a menudo se sienten tan poderosos en nuestra experiencia. Estas son promesas que debemos creer para profundizar nuestra relación con Dios.

Alábalo, confiesa, arrepiéntete y cree. Estas son varias formas clave en las que expresamos nuestro amor por Dios. Ahora es el momento de analizar nuestra cuarta y última pregunta fundamental.

4. ¿Qué aprendemos sobre las relaciones con los demás?

Dios nos creó para estar en comunidad unos con otros. Cuando nos salva de nuestros pecados, nos hace parte del cuerpo de Cristo. Jesús nos manda amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

Veamos cómo es esto desde tres perspectivas diferentes.

En primer lugar, considere lo que el pasaje enseña sobre vivir e interactuar correctamente con los demás.

A diario nos relacionamos con una gran variedad de personas: familiares, amigos, compañeros de piso, compañeros de trabajo, compañeros de clase, vecinos, creyentes, no cristianos, etc. La Biblia dice mucho sobre cómo debemos relacionarnos con los que nos rodean. La Biblia tiene mucho que decir sobre cómo debemos relacionarnos con los que nos rodean.

Primera de Pedro es un gran ejemplo. El apóstol escribe: "Mantened honorable vuestra conducta entre los gentiles, para que cuando hablen contra vosotros como malhechores, vean vuestras buenas obras y glorifiquen a Dios en el día de la visitación" (2:12). Se instruye a los creyentes "Honrad a todos. Amad a la fraternidad. Temed a Dios. Honrad al emperador" (2:17). Los siervos deben someterse a su señor (2:18-25). Las esposas deben someterse a sus maridos (3:1-6). Los maridos deben "vivir con [sus] esposas de manera comprensiva" (3:7). Los cristianos deben "tener unidad de ánimo, simpatía, amor fraternal, corazón tierno y ánimo humilde" (3:8), negándose a devolver mal por mal (3:9-12). Cuando los incrédulos nos pregunten por qué somos diferentes del mundo, debemos estar preparados para dar una respuesta (3:13-17). Seguir a Jesús requiere que interactuemos sabiamente con quienes nos rodean. La Biblia es el lugar donde podemos aprender a hacerlo.

Una segunda perspectiva útil es considerar lo que enseña el pasaje sobre la reconciliación con otras personas. En un mundo caído, el conflicto es inevitable. Como cristianos, estamos llamados a "vivir en paz con todos", si es posible (Rom. 12:18). Pablo reprende duramente a los corintios por recurrir a los tribunales para resolver sus conflictos en lugar de tratarlos en la iglesia (1 Co. 6:1-11). Llama a dos mujeres de la iglesia de Filipos para que arreglen sus diferencias, e incluso pide a otros que se impliquen para ayudarlas, antes de que dañen a la iglesia (Fil. 4:2-3).

Por último, reflexiona sobre lo que el pasaje enseña acerca de amar, servir y cuidar a los demás. Segundo Samuel 9:1-13 narra la historia de David cuando llama a Mefiboset para que comparezca ante él. Como nieto de Saúl, el rey anterior, Mefiboset probablemente espera ser ejecutado, ya que los reyes antiguos solían eliminar a cualquier rival potencial a sus tronos. Sin embargo, en lugar de matarlo, David le muestra su bondad. Devuelve a Mefiboset las tierras de su familia e incluso le invita a comer a la mesa de David como a un hijo más. ¡Qué hermosa imagen de lo que significa amar y servir bien a los demás!

Interactuar, reconciliar y servir. Éstas son sólo tres maneras comunes en que la Biblia nos desafía a amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos.

Conclusión

Ahora que hemos explorado cada una de las cuatro preguntas fundamentales, retrocedamos un momento para ver el panorama general. Recuerde que el objetivo final de la lectura de la Biblia es que Dios transforme nuestras vidas para que nos parezcamos a nuestro Señor Jesús. Hacer estas cuatro preguntas fundamentales centra nuestra atención en el mensaje principal de la Biblia y nos prepara para aplicar las verdades bíblicas a nuestras vidas de manera significativa.

¿Por qué no lo intentas? Elige un capítulo de la Biblia y léelo, haciéndote las cuatro preguntas. ¿No sabes por dónde empezar? Prueba con Mateo 8. Si eres de los que toman notas, coge papel y bolígrafo, o abre un archivo para apuntar lo que aprendas de cada pregunta. Pide al Señor que te abra los ojos para ver quién es Él, quién eres tú y qué significa caminar fielmente con Él.

Deja tu comentario Aquí.


Crédito: Harmon, M. S. (2017). Asking the Right Questions: A Practical Guide to Understanding and Applying the Bible. Crossway.


You'll only receive email when they publish something new.

More from José Danois
All posts