No te eches a morir, largo camino te resta.

Estamos en los albores de un nuevo año 2024. El final 2023, nos lleva a reflexionar y hacer introspección. Miramos hacia atrás para ver el camino recorrido. Hacemos inventario de lo que fue y lo que no fue. Tal vez la desilusión y la tristeza llega a nuestros corazones, por las cosas que esperábamos que ocurrieran y no ocurrieron. Una petición no contestada, una palabra profética no cumplida, metas no alcanzadas. Es decir, teníamos tantas expectativas. Incluso, expectativas de lo que pensábamos que Dios tenía que hacer y no hizo, según nuestra manera de pensar.

Esto me trae a la memoria un profeta llamado Elías, un hombre sujeto a pasiones como las nuestras, según lo describe la Biblia. El profeta que en el Carmelo hizo que descendiera fuego del cielo y consumiera el sacrificio. El hombre que ajusticio a los profetas de Baal. Elías obedeció a Dios y el nombre del Dios de Israel fue reivindicado. Fue una gran victoria espiritual. Sin embargo, una gran victoria no siempre garantiza que todo seguirá bien. Quizás, en el profeta Elías pensaba que todo iría bien de ese momento en adelante, que tendría descanso. Lo que había sucedido sería suficiente para que todos buscarán a Dios. Pero no fue así. La esposa del rey Acab (Jezabel) ante lo sucedido puso precio a la cabeza de Elías, el profeta tenía que morir. Entonces, Elías sale huyendo al desierto donde se sumerge en la depresión y le dice a Dios que le quite la vida.

El punto que quiero resaltar con esta historia es que no siempre nuestras expectativas se cumplen, incluso si tenemos una gran victoria. No siempre las cosas suceden como queremos y a veces nos desilusionamos con Dios y hasta nos deprimimos como el profeta Elías.

A veces creemos que Dios es un Dios que podamos controlar a nuestra voluntad. Pero él no es nuestro control remoto, ni el genio de la lámpara. Jesús nos enseñó a orar “hágase tu voluntad como en el cielo, así también en la tierra”. Dios no está sometido a nuestra voluntad, ni la fe es una varita mágica para conseguir todo lo que queramos. Sin embargo, él es nuestro Padre y es bueno y amoroso, aunque no siempre conceda lo que deseamos. De él desciende toda buena dádiva y él sabe lo que es mejor para nosotros. Cuando nuestras expectativas no se alinean con su voluntad, el resultado es la desilusión. Sin embargo, cuando escojo su voluntad, sé que él hará lo que es mejor para mí y todo estará bien porque él estará conmigo.

Cuando el profeta Elías huyo al desierto, se echó debajo de un arbusto, deseándose morir. En su pensamiento decía se acabó todo. Sin embargo, las cosas no se acaban, cuando parece que estás acabado. Cuando parece que estas acabado es cuando Dios dice apenas estás comenzando. Todavía hay largo camino por recorrer, todavía hay metas que tienen que ser alcanzadas, todavía tienes que crecer y madurar, todavía tienes que proclamar mi palabra. Lo que parece el final es un nuevo comienzo. Es en ese tiempo de desaliento donde Dios renueva tus fuerzas, renueva tu visión, te alimenta y te da una nueva encomienda.

Quizás estás huyendo como Elías hacia el desierto, has dicho este año ha sido terrible. Puede ser que te hayas echado bajo el arbusto de la tristeza, la desilusión o la depresión. Pero allí, en medio de tu necesidad, el Señor se acerca a ti para decirte, no tiene por qué ser el final, no estás acabado o acabada. Fortalécete en mí, pon tu mirada en mí y camina conmigo.

Hoy no es el día de echarte a morir, hoy es el día de levantarte en el nombre del Señor y enfrentar con fe y optimismo este nuevo año.

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