Monday, Feb 3, 2025 at 12:51 PM

Ayer hubo un incidente con un querido amigo que los no creyentes, deístas y humanistas en general respetamos mucho por su calidad investigativa y exposición en el área de ciencias bíblicas.

Muy justificadamente encolerizado, él era de la posición de que ante afirmaciones homófobas, se debía cerrar toda discusión.

Aunque en algunos casos esto es perfectamente aceptable (especialmente en foros donde no hay reglas, de sesgos notables, de escasa moderación o que se hacen con fines de entretenimiento), deben existir foros donde sí deben discutirse y exponerse de manera seria.

Por supuesto, en el caso de fanáticos de los que se ha podido confirmar de diversas maneras que un debate o diálogo con una persona es imposible, no vale la pena hacerlo. Este fue el caso de Carlos Blanco cuando me invitó a su canal a "debatir" en torno a Jesús Histórico. De todas formas, me dedicó un vídeo de alrededor de "tres horas", dizque refutándome. En casos como ese, no vale la pena perder el tiempo en ello.

Por otro lado, hay casos en los que dialogar o debatir con personas así, cuando hay genuina disposición y verdadero espíritu de un intercambio honesto, aunque no se convenza el oponente, puede hacerlo en el caso de un público que esté viéndolo.

De hecho, el acercamiento de algunos es el de insultar a los demás, de degradarlos lo más posible, no me parece uno adecuado. Lo vería yo con buenos ojos es lo de tomar ideas para ridiculizarlas, manifestando su absurdo. Este es el caso de la blasfemia, tema al que dediqué un artículo en mi blog.

https://escepticohumanista.blog/2019/12/24/netflix-y-la-necesidad-de-la-blasfemia/

Como humanista y unitario universalista, sostengo que las personas deben ser valoradas con un mínimo de respeto, las ideas no.

No veo que puros insultos o degradaciones al otro convenzan a nadie, y lo que hacen es endurecer las actitudes y visiones del oponente. Es más, el público vería al que lo hace como alguien que no tiene argumentos y está rehuyendo de un reto.

En mi caso, se me ha dicho, tanto por mis estudiantes, colegas y personas en la red, que dedico bastante tiempo a responder al público mediante argumentos claros. Esto no es solamente porque soy profesor. He encontrado que, en la mayoría de las ocasiones, esto ayuda mil veces más que mandar a callar al contrincante e insultarlo. Cuando llego al nivel de llamar a alguien "farsante" o "fraude", créanme que es porque he investigado y puedo llamarle de esa manera ... y puedo sostenerlo. Sin embargo, quedarme ahí es insuficiente y no conseguiría lo que busco.

Tómese lo siguiente como un ejemplo anecdótico, ya que mi caso no necesariamente aplica para la manera que funciona mucha gente.

Yo fui católico muy devoto, y pasé por muchísimo tiempo estudiando por mi cuenta teología católica, incluyendo gran parte de su teología moral. Una de las cosas que sostuve como correcta era la tesis de que los actos sexuales entre personas del mismo sexo eran pecaminosos y dañinos para la sociedad.

Eso no significa que careciera de empatía. Podía entender muy bien que un varón se sintiera atraído por otro de la misma manera que yo me sentía atraído a las mujeres. No obstante, entendía que biológicamente y por naturaleza, los seres humanos estaban predispuestos para la procreación y, fuera que Dios dijera algo distinto (como el visto bueno a una vida célibe), iba en contra del orden natural de las cosas.

Por supuesto, en varias ocasiones hice mi parecer explícito, pero las respuestas de "eres homófobo" o epítetos que no puedo repetir aquí nunca contribuyeron a responderme mis cuestionamientos o hacerme cambiar de parecer. Al contrario, fortalecían mis convicciones de aquel entonces.

Sin embargo, no fue hasta el día que me senté a leer el libro de Principia Ethica de G. E. Moore que el argumento católico comenzó a colapsar. El libro en sí no trata directamente el tema de la homosexualidad o asuntos semejantes. Aun así, el autor identificó lo que llamó "falacia naturalista", que ocurre cuando se quiere valorar como bueno a algún hecho particular. Aun cuando se le llamara "naturalista", la falacia se puede extender a argumentos metafísicos, tales como los de un decreto divino.

Una forma de falacia naturalista es lo que se conoce como la falacia de la apelación a lo natural. En palabras sencillas, afirma que porque algo es "natural", entonces debería considerarse bueno. Por supuesto, se sabe a nivel científico que no todo lo natural es bueno. Y eso llevó a cuestionarme si el argumento del "orden natural establecido por Dios" era suficiente para establecer que la homosexualidad era pecaminosa. En ese momento, me di cuenta de que no.

Si alguien me lo hubiera explicado así, de esa manera, se me hubiera resquebrajado el razonamiento católico que, hasta ese momento, me parecía perfectamente razonable y coherente.

Es más, no me acuerdo de una sola instancia en la que un insulto, epíteto, intento de degradación personal o ataque ad hominem me llevara a cambiar mi parecer sobre algún asunto específico ... el que fuera.


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