A organizar para avanzar

Por Juan Ballestas Murcia y Julián Harruch Morales

Primero las victorias: el paro ha logrado la caída de dos proyectos de ley (la reforma a la salud y la reforma tributaria), ha tumbado directamente un funcionario (Carrasquilla) e indirectamente ha obligado un movimiento ministerial (Cancillería, Alto Comisionado para la Paz, el Ministerio de Cultura). Finalmente, la cancelación de la copa América en el país es también resultado directo de las movilizaciones.

Más victorias: se están activando nodos barriales, comunitarios y otros escenarios de organización por fuera de marcos tradicionales como el sindical y el estudiantil. Los parches , los jóvenes en sus territorios, han visto cómo sus acciones locales han tumbado leyes nacionales, y ahora quieren avanzar en la construcción de agendas de transformación. De ahí que, incluso si mañana el Comité dijera que se levantó el paro, solo sectores formales y muy asociados con el sindicalismo clásico cesarían la movilización. El grueso de los jóvenes que le han puesto pecho a esto no lo harán. No tienen por qué. Consolidar estas y otras formas de organización es el reto más difícil que enfrentará el movimiento social en los próximos meses, uno que requiere mucha paciencia y perseverancia.

Todos estos éxitos se han dado en medio de la radicalización de discursos y modos de operar autoritarios y hasta fascistas. Camionetas recorriendo Cali, Medellín, Tuluá, Pereira, disparando impunemente al pueblo movilizado, no son el resultado de acciones individuales de personas emputadas con los bloqueos. Son el producto de la legitimación de la violencia por fuera de marco legal, bien por parte de privados o agentes del Estado, desde las más altas esferas del gobierno nacional y de su partido, que insisten en negar a la protesta social como un fenómeno político, con razones de fondo y que responde a una forma legítima de participación ciudadana, y en presentarla como un problema de seguridad pública, en el mejor de los casos, o bien como resultado de una conspiración terrorista internacional, en el peor. Esa desconexión entre ‘el palacio’ y las calles ha quedado redondamente ilustrada en esa bochornosa muestra de propaganda que es el monólogo en inglés disfrazado de entrevista que el gobierno de Iván Duque ha hecho circular en los últimos días.

Necesitamos organización y método para enfrentar los dos riesgos que corremos: el desgaste de la protesta y la deriva fascista. Mal que bien, Colombia tiene una infraestructura oenegera que ha crecido y se ha fortalecido como respuesta a un Estado poco garantista. También tenemos la infraestructura organizacional que ha legado el proceso de paz (por ejemplo, la red de universidades de trabajo en salud pública y paz, el Centro de Estudios para la Paz de la UNAL, veedurías internacionales, etc.). Tenemos, en fin, varios actores que coordinados entre sí pueden contribuir a sistematizar las demandas tras el descontento social y a articular las estrategias de organización que los jóvenes están adelantando para expresarlas. El éxito de la movilización no debe medirse ya en las plazas colmadas de multitudes, sino en la capacidad que tengamos para encauzar la indignación y el malestar a través de procesos asamblearios que puedan apuntalar un nuevo contrato social. No todas las agendas, por lo demás, dependen del 2022: discusiones como la del Plan de Ordenamiento Territorial pueden alimentarse democráticamente de las necesidades y propuestas de la juventud.

En Bogotá, por ejemplo, hoy domingo 23 de mayo se adelantó una asamblea distrital que contó con representantes de los puntos de resistencia y otras fuerzas sociales de la ciudad. Es un espacio diseñado para construir poder de abajo hacia arriba y consolidar una plataforma, con garantías y exigencias claras, para mantener el impulso democratizante que ha aflorado en las calles. Se avanzó metodológicamente en la recolección de propuestas y en la articulación de diferentes puntos de protesta. En Cali por otra parte, este fin de semana se reunieron en asamblea con la administración municipal, delegados de todos los grupos de Primera Línea. Estos ejercicios, dirigidos a la organización del descontento, son el camino a seguir.


You'll only receive email when they publish something new.

More from El enigma no existe
All posts