Los estertores del gobierno Duque no nos darán un nuevo país

Por Juan Ballestas Murcia y Julián Harruch Morales

Como en toda coyuntura compleja, en la crisis que estamos atravesando es más fácil errar que acertar el tiro. Necesitamos evitar que la protesta se desgaste y que el tribalismo, el caos y la violencia, que solo darán oxígeno al decaído proyecto político del uribismo, sigan en aumento. No hay ni que ceder a fantasías insurreccionales de la izquierda más miope —que no radical—, ni amplificar los belicosos discursos de los sectores más reaccionarios de la derecha. ¿Cómo salimos fortalecidos de esta crisis? ¿Qué puede la sociedad movilizada aspirar a lograr en los escenarios de diálogo que puedan abrirse? ¿Qué compromisos son necesarios y suficientes para que concluya el Paro Nacional, puesto que eventualmente tiene que concluir? El reto actual que tenemos como izquierda es mantener una visión de transformación social radical, al tiempo que evitamos posturas maximalistas. No podemos aspirar a arrancar del gobierno Duque reformas estructurales, pero sí conseguir mejores condiciones para buscar esas reformas.

Bajo esa óptica, varias cosas pueden decirse tras una lectura del pliego del comité nacional del Paro. Por descontado, se necesitan medidas de alivio económico. Esto se concentra en tres ítems: la renta básica para la población más vulnerable (punto 2), los subsidios a las Mipymes y a la producción nacional (punto 3) y la disminución de barreras económicas en el acceso a la educación superior (punto 4). El punto 1, el retiro del proyecto de reforma a la salud, no solo es viable, sino que si el gobierno lo aceptara, sería un gesto de desescalamiento real con las fuerzas sociales trabajadoras y populares.

Ahora bien, en otros puntos incluidos en el pliego, más que propuestas o exigencias concretas, hay una retórica reivindicativa pero que puede ser ineficaz por lo abstracta: "no a la discriminación de género, diversidad sexual y étnica" (punto 5). ¿Acaso los factores explicativos de este estallido social están crucialmente relacionados con las discriminaciones raciales y de género? ¿Vamos a pedirle al gobierno de derecha de Duque que decrete el fin de los prejucios? ¿Por qué incluir un punto tan difuso mientras, en cambio, quedan por fuera temas tan concretos y urgentes como la reforma a la policía? Tampoco es clara la necesidad de incluir la exigencia de no a la alternancia en colegios (también punto 4), cuando seguramente pueden haber otras rutas de diálogo y concertación para tramitar muchas de las agendas surgidas por la pandemia. En el punto 1, por ejemplo, en el que se habla del retiro del proyecto de reforma a la salud, también se menciona, vagamente, mejorar el plan de vacunación. Una propuesta concreta es que se concerte con actores claves de los movimientos sociales y de trabajadores una veeduría ciudadana al plan nacional de vacunación.

Por otra parte, si el pliego tiene problemas de alcance (no lo puede recoger todo y no puede ser reformado de inmediato todo lo incluido), el comité nacional tiene un problema de representatividad. La movilización desborda los sectores representados en él. De manera clara, no está allí la juventud popular, que ha sido la que ha sostenido la protesta. Esta, además de seguridad material (salud, educación, empleo, etc.), está pidiendo reconocimiento. ¿Cuáles son los límites de una agenda marcadamente gremial en sus intereses en un país con un movimiento popular compuesto por trabajadores pertenecientes a sectores informales de la economía? ¿Cómo recogemos a ese país en el marco de este paro? Como señaló Sergio Jaramillo, necesitamos "un proceso de diálogo creíble, con método y garantías"(1), que involucre los niveles local, regional y nacional. Difícilmente las bases de un escenario tal saldrán de las negociaciones entre el comité del paro y el gobierno. Pero ese diálogo es y será imprescindible, aun si derrotamos al uribismo en las próximas elecciones. Urgen diseños organizativos e institucionales que en el medio-largo plazo puedan hacer posible ese pacto nacional.

La crisis de violencia y violación de derechos humanos por la respuesta estatal al paro ha generado una reacción permanente desde la óptica de los derechos humanos: heridos, desaparecidos, asesinados, alertas tempranas, denuncias policiales. Debemos también esforzarnos colectivamente por hacer una lectura del orden político. A la gira internacional de denuncias sobre derechos humanos se le debe acompañar con una estrategia dirigida a politizar la ira, a encauzar políticamente un momento de transformación desde los contextos locales. Piénsese en el ejercicio del referendo popular en el Portal de las Américas en Bogotá (2). Encuentros ciudadanos como los adelantados en Pereira(3) y en Cali(4) también son acciones relevantes y que merecen ser visibilizadas. Ahí hay un país que se imagina en paz. Se hace preguntas y toma decisiones sobre su futuro. ¿Cómo incentivamos y recogemos ejercicios similares? ¿Cómo buscamos construir alianzas por fuera del paro en este momento? Un primer paso es dudar de forma saludable de nuestras propias certezas y, sin subestimarlo, no presumir mala fe del adversario. Al menos no de todos los adversarios.

1 https://www.elespectador.com/politica/una-nueva-agenda-nacional-analisis-del-excomisionado-para-la-paz-sobre-el-paro/
2 https://www.facebook.com/JuntanzaTechotiva/videos/1896539167180543/
3 https://twitter.com/AntonioSanguino/status/1394354573184229384
4 https://www.las2orillas.co/plenaria-de-la-camara-de-representantes-en-cali-buscando-tambien-salidas/


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