Fe más allá de la expectativa.

Juan el Bautista, quien estaba en prisión, oyó acerca de todas las cosas que hacía el Mesías. Entonces envió a sus discípulos para que le preguntaran a Jesús: ¿Eres tú el Mesías a quien hemos esperado o debemos seguir buscando a otro? Mateo 11:2–3 NTV

Todos, en algún momento, hemos experimentado la duda, especialmente cuando se trata de nuestra fe. Incluso Juan el Bautista, un hombre elegido por Dios y lleno del Espíritu Santo desde el vientre de su madre, tuvo momentos de incertidumbre. Las circunstancias difíciles pueden nublar nuestro juicio y hacernos cuestionar nuestras creencias.

El Predicamento de Juan el Bautista

Juan el Bautista, un profeta venerado, cuya llegada fue anunciada por un ángel y reconocido por Jesús como el más grande entre los nacidos de mujer, enfrentó la duda mientras estaba encarcelado por Herodes. A pesar de su testimonio personal de Jesús como el Hijo de Dios, el Mesías prometido, las dificultades de su encarcelamiento lo llevaron a cuestionar la identidad de Jesús.

La Duda: Un Enemigo Sutil

La duda, como un enemigo sutil, se insinúa en nuestras mentes durante los momentos difíciles. Se manifiesta como una vacilación interna, una incertidumbre que nos hace cuestionar la verdad y el plan de Dios. Es importante recordar las palabras de Jesús a Simón Pedro: Satanás busca zarandear nuestra fe, pero a través de la oración, podemos encontrar fortaleza y apoyo. La duda no es un pecado, sino un recordatorio de nuestra humanidad. Lo crucial es cómo la enfrentamos.

Expectativas vs. Realidad

A menudo, la duda surge de nuestras propias expectativas y de cómo creemos que Dios debería actuar. Juan el Bautista, como muchos otros, tenía una expectativa particular del Mesías, uno que liberaría a Israel y establecería un reino terrenal. Cuando las acciones de Jesús no se ajustaban a estas expectativas preconcebidas, surgieron dudas.

Fortaleciendo nuestra fe en medio de la duda

Jesús, en respuesta a las preguntas de Juan, señaló las obras que estaba realizando: los ciegos veían, los cojos caminaban, los sordos oían, los leprosos eran limpiados y a los pobres se les predicaba el evangelio. Estos milagros eran evidencia de su identidad como el Mesías, cumpliendo las profecías del Antiguo Testamento. Jesús estaba demostrando ser el Mesías, aunque no de la manera que Juan esperaba.

Conclusión

Las dudas son parte de nuestra experiencia humana, incluso en la fe. La clave es no permitir que la duda nos paralice o nos aleje de Dios. Al igual que Juan el Bautista, debemos buscar respuestas en la Palabra de Dios y recordar las experiencias pasadas donde hemos visto la fidelidad de Dios. Al igual que Abraham, cuya fe se fortaleció a pesar de las circunstancias, debemos mantener nuestra mirada fija en Dios, confiando en Su amor inquebrantable y Su plan perfecto para nuestras vidas.

Recuerda: No estás solo en tus dudas. Busca respuestas en la Biblia, en la oración y en la comunidad de fe.

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