tríptico de cartas sobre desamor, un cuento en tres partes: 2 "sobre el llegar tarde"

julián, felipe.
las cosas no han marchado bien. el tiempo que ha pasado me ha puesto en tensión con la idea de la presencia, las prioridades y sobre todo, con el llegar tarde.

yo tengo el problema de llegar tarde a las cosas, compromisos, eventos y nimiedades burocráticas. pero sobre todo de llegar tarde a la vida. yo siento que ese problema con la tardanza, con llegar colgado, como sin organizar bien el tiempo comenzó cuando en el 2008, en el primer semestre del 2008, estaba estudiando con una beca para estudiantes de colegio público en la universidad de los andes. tenía una materia de literatura francesa en el siglo xix, preciosa, dictada por una maestra muy buena, apellido montilla, una cucha bien. en esa materia leíamos parte del canon de ese periodo y incluyendo la obra de stendhal “rojo y negro”. el cuento es que yo siento que desde... la quinta semana, tal vez, de clase, me atrasé con la lectura de capítulos y con la producción de análisis sobre esa lectura de capítulos, y, digámoslo, me retrasé, llegué tarde. y como que comencé a tener un problema de hacer las cosas con retraso. como que se me comenzaron a acumular cosas desde esa semana. a lo bien, en la vida digo. me empezaron a crecer la lista de pendientes. así con la vida en adelante.

y bueno, yo pienso en esto de llegar tarde cuando me ocurre. en las interacciones y en el diálogo con las otras personas. lamentablemente me pasa que con las otras personas llego a tener interacciones a las que realmente yo llego tarde. quiero poner un ejemplo. una vez viajando para san josé del guaviare en satena, yo llevaba una maleta para una estadía de tres semanas, si mal no recuerdo. la maleta se dañó en el proceso de transporte de satena. cuando yo llego al aeropuerto a san josé y aterrizo y me doy cuenta que la maleta está dañada, rota una tira para sostenerla bien entre los dos hombros, hago el reclamo. lo hago de mal genio, molesto. me responde una señora de forma estéril y sin solución y yo subo la apuesta de la interacción y termino expresándome de forma desobligante, sobredimensionando una situación pendeja de una manera terrible.

finalmente con la maleta dañada, obviamente, yo me voy para el pueblo que me tenía que ir, que era una zona veredal de concentración de las farc en pleno acuerdo de paz. entonces era relativamente lejos y un poco incomunicado. yo me meto allá y durante tres semanas me cuestiono profundamente el tipo de interacción que le ofrecí a ese ser humano, a esa señora de satena que estaba ahí, que me estaba atendiendo con el mejor de los gustos. eso eso queda en mí de una manera determinante. tanto es que lo primero que hago cuando llego al aeropuerto de san josé para llegar a bogotá es buscar a la nena y pedirle perdón por como le hablé. llegué tarde a esa interacción, sí pillan? cuando ocurrió la interacción yo no estaba realmente. es decir lo mejor de mí estaba de paseo y tenía más presentes las versiones más pailas, más en automático. y así es que también llegó tarde a las interacciones con todo el mundo y en todas las dimensiones.

miren, es que la cosa es en serio. esto de llegar tarde a las interacciones es un asunto de verdad de fondo, de importancia real. miren, llegar tarde a las interacciones es una vaina que inclusive construyendo humanamente y socialmente es muy terrible. ya les di un ejemplo en la cotidianidad, y pueden haber miles con cajeros, con una persona que brinda un servicio, con un subalterno, con un compañero de trabajo, con un familiar. pero en el marco del pensar político, de hacer cultura y el construir humanidad (es decir hacer familia), yo he llegado a la conclusión de que llego tarde a los diálogos para construir con otros. tengo ese pésimo defecto. no logro quitármelo. y llego tarde no porque no me invitan, ni porque no me abren las puertas, sino porque cuando se abren, termino iniciando un tipo de interacción. fundamentalmente hostil,.no una que parta del maravillamiento compartido acerca del mundo.

todo esto hace que gente que inclusive piensa similar a mí, tenga una reflexión negativa sobre la manera que me relaciono con el mundo. y probablemente no se equivocan, es la situación y lo ha sido siempre. lamentablemente. pensando en eso durante las últimas semanas he buscado gente de mi trabajo actual y algunos pasados, de mi campo, de lugares donde he trabajado o pensando culturalmente. y los he buscado y les he dicho en la buena como "parcero, disculpe porque yo hice difícil que construyéramos entre los dos. yo hice difícil que esta idea en común y que compartimos sobre cómo pensar este problema, floreciera, yo fui el que la truncó." lo he hecho durante las últimas tres semanas con par de gentes en distintos contextos, con diferentes énfasis, pero lo he hecho. pero lo he hecho. he descubierto que el paso 8 y 9 del programa de alcohólicos anónimos recogen muy bien las necesidades que tiene uno cuando en serio quiere buscar una solución al problema de la adicción a la soberbia. (paso 8: "hicimos una lista de todas las personas a quienes habíamos perjudicado, y estuvimos dispuestos a reparar el mal que les ocasionamos y paso 9: "reparamos directamente el mal causado a esas personas cuando nos fue posible, excepto en los casos en que el hacerlo les hubiese infligido más daño o perjudicado a un tercero.")

y pues parce, en últimas, cuando uno llega tarde a las cosas, llega tarde a una situación que ya no es en la que uno pensaba que estaba. la situación cambió. usted llega tarde a la vida y usted no llega a las situaciones a las que usted pensaba, o las que dedicaba su energía mental o su amor. me pasa todo el puto tiempo. y la energía mental, lo que uno pensaba y el amor que uno sentía se queda en una enunciación que no lo conecta con el momento. el ejemplo que se me ocurre es como el que planea tanto ir a un concierto, y depara tanto en su planeación, que cuando llega es ya al final, al momento en que las masas ya se están yendo. llega a encontrarse un potrero lleno de basura y residuos de una orgía en la que no participó. terrible todo.

hace un rato que salí a caminar me encontré a la vecina cascarrabias de la casa de al lado. necesitaba ayuda porque se le había trabado la llave de la reja. la ayudé y al despedirnos me dijo que yo estaba muy guapo con mis tres argollas. pero que tenía los ojos tristes. le respondí que los tenía irritados. que estaba atravesando una situación que me exigía presencia absoluta. casi no que parpadear le dije y me reí. ella se rió por cortesía creo.

ahora bien, es intenso pensar cómo ese concepto de llegar tarde ocurre en la cotidianidad. lo pienso en la intimidad de lo afectivo despidiéndose de alguien que ya no está. que se está yendo. y yo lo pensaba ahorita cuando yo llego a casa y me encuentro una presencia-ausencia reducida a un trozo de papel que envolvía un regalo de ella que una vez llegó al apartamento, una bolsa ziploc en la que me regaló una cosa para la casa de mis papás. y el cepillo de dientes. y pienso entonces yo ¿qué es esto? ¿es eso lo único que voy a encontrar? esos tres objetos. lo que yo estaba pensando tan intensamente, tan profundamente, fue ocurriendo mientras yo no conectaba con lo que me rodeaba más inmediatamente: la presencia. y mientras yo no conectaba con el momento, el momento sucedió y se extinguió. y cuando yo llegué, tarde, y llego a la situación concreta del amor, me encuentro con una bolsa ziploc vacía, un pedazo de envoltura roto y un cepillo de dientes. en mi desespero pienso si guardar y atesorar la bolsa y el papel de envoltura. llegué tarde a la situación. hace un momento, antes de sentarme a escribir esta carta, me acerqué al platero y me doy cuenta que ahí están las dos tazas del tinto de la última mañana. entonces hay un cuarto elemento, una cuarta huella. y pienso en ese café, en ese fondo de taza y en lo que hablamos entonces. pienso también en mi abuela negra quien en la costa caribe leía futuros y buenas fortunas con los cunchos del café, con el tabaco y otras cosas. pensando todo eso, felipe, julián, pienso que la paradoja de mi atemporalidad, la dolorosa, putamente dolorosa, hermanos míos, paradoja de mi atemporalidad. es que mirando el fondo de esa taza solo puedo pedirle a dios y a la vida y al universo que me regalen un futuro en el que ella vuelva y que yo tenga la posibilidad ante la vida, dios y el universo de no llegar tarde. hoy hay lluvia de ideas, las gemínidas, voy a cazar un meteorito devenido en estrella fugaz para pedir un deseo en nombre del amor. porque, maricas, ¿usted saben qué es tener el cepillo de dientes de una pelada en el baño? ¡claro que lo saben! eso es una gonorrea, parce. y yo no puedo. yo simplemente no puedo llegar tarde a eso otra vez en mi vida.

porque ahora, amigos míos, en lo que sí me toca hoy estar presente es en esta ausencia y en este dolor que atraviesa todas las moléculas de mi mundo.

los quiero.


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