Horroróscopo

Antes de descerrejarle dos balazos entre los ojos, escuchó los ruegos de la víctima. No por ello eludiría la sentencia, dado que la decisión era irreversible; en cambio, prolongaba su agonía, lo que redundaba en gozo para él, cuyo pulso firme anticipaba la detonación.

En ese escenario, dar muerte estaba vinculado más a un trabajo consciente que a una ejecución mediata, en la mayoría de ocasiones, transaccional.

Dar muerte como el carnicero de fama, cuya labor efectiva de despiece alimenta a cientos de familias a su alrededor. Dar muerte como el médico que elige una droga letal, sin rastro que lo inculpe.

Sin embargo, algo de lo que la víctima dijo, caló en su memoria; por lo que, en eventos posteriores, llevó a niveles inéditos de dedicación el asesinato por signo zodiacal.

En un principio, el criterio fue básico: una selección aleatoria extraída de los periódicos de la época. Al ser consciente de que su actividad no tenía diferencia alguna con los apostadores de la hípica dominical, sofisticó su método eligiendo otros sistemas de adivinación y nigromancia.

El beneficio pasó de la notoriedad, otorgada por la crónica roja, al hermetismo de estratos más profundos de la realidad. Burla burlando alcanzó 99 asesinatos en el lapso de 14 años antes de iniciar otra iteración, aún sin documentar en archivos legales.


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