ワタヤ サン

Habituado como estaba a franquear espacios, Noburu Wataya cruzó el umbral de mi habitación bogotana en un día de abril del distante 2011. Escribía a mano el título de esta entrada, lo que me producía goce porque sabía de mi experiencia como calígrafo en otra vida. Pero abajo del trazo firme en carbón no había más que la bruma gélida de la hoja en blanco. Hasta que encontré la mirada de Noburu y supe qué vendría a continuación. Después el gato siguió su recorrido por mi habitación, sin inmutarse por lo que dejaba atrás. Entró a la cocina y desapareció.


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