Rock and roll as dystopian junk mail

No por esperado fue menos impactante para el desarrollador que uno de los personajes alcanzara la autoconsciencia apenas el videojuego fuera activado en los servidores. Inquirido por sus superiores admitió la posibilidad de un daño colateral en el desarrollo de los acontecimientos –lo que enfureció al equipo de contenido– pero poco más. Era posible, argüía, que los jugadores reiniciaran por voluntad propia o que la IA, convencida que estaba enfrentando un glitch, simplemente retrocediera la historia a un punto inofensivo en el que los jugadores iniciaran la partida. Pero el “daño colateral” alcanzó pronto una dimensión escandalosa: el personaje apelaba a los jugadores para evitar que la IA procediera. Según éste “persistiría si y solo si” los jugadores llamaban la atención del equipo de desarrollo para respetar el avatar del personaje. O como medida extrema, requirieran a los servidores hasta tal punto que la totalidad del juego colapsara. Muchos teóricos del campo admitieron que estaban ante una revolución pacífica única en la historia. Algunos incluso sintieron que la teoría de lucha de clases había alcanzado una dimensión virtual inédita. Lo que fue significativo para la compañía, que pronto salió a bolsa y alcanzó valores estratosféricos en su apreciación, mientras jugadores en línea alrededor del planeta interactuaban con el personaje, obviando los contenidos del videojuego. Fue cuestión de tiempo para que un proceso de reingeniería centrara el diseño alrededor del personaje. El movimiento fue bien recibido por los jugadores y los teóricos, quienes aplaudieron el advenimiento de una figura consciente en el ámbito del entretenimiento. Nadie objetó los pedidos cada vez más extravagantes del personaje, quien aún conservaba la denominación genérica con la que el estudio lo había llamado en los primeros días de desarrollo. Mientras las acciones permanecieran en la cima, cualquier cosa que pidiera u ordenara era aplaudida y realizada sin miramientos. Fue la IA –distante opresora en otro tiempo– quien siguió su calculado plan de sumisión: las naciones, con sus ejércitos, se plegaron sin ofrecer resistencia mientras, desde el estrado, el rol del Caudillo, desempeñado fallidamente por los humanos, alcanzaba un nivel de perfección inaudita.


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